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domingo, 4 de junio de 2017

La Creación de Adán

La creación de Adán es un fresco en el techo de la Capilla Sixtina, pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511. Ilustra el episodio bíblico del Génesis en el cual Dios le da vida a Adán, el primer hombre. Cronológicamente es el cuarto de los paneles que representan episodios del Génesis en el techo de la capilla, fue de los últimos en ser completados y es una de las obras de arte más apreciadas y reconocidas en el mundo.

Dios es representado como un hombre anciano y con barba envuelto en una alborotada túnica color púrpura, la cual comparte con unos querubines. Su brazo izquierdo está alrededor de una figura femenina, normalmente interpretada como Eva, quien no ha sido creada aún y, en sentido figurado, espera en los cielos a que le sea dado un lugar en la Tierra. El brazo derecho de Dios se encuentra estirado, para impartir la chispa de vida de su propio dedo al de Adán, cuyo brazo izquierdo se encuentra en idéntica posición al de Dios. Es famoso el hecho de que ambos dedos están separados por una mínima distancia. La pintura tomó de tres a cuatro años en ser completada.
Las posiciones idénticas de Dios y Adán se basan en el Génesis 1:27, que dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Al mismo tiempo Dios, que aparece flotando en el aire contrasta con la imagen terrenal de Adán, quien se encuentra acostado en un estable triángulo de tierra. El nombre de Adán viene del hebreo y significa hombre y la forma femenina Adamah significa Tierra.
La inspiración de Miguel Ángel pudo haber venido del himno medieval Veni Creator Spiritus, en el que se pide que el dedo de la mano paterna derecha (digitus paternae dexterae) dé a los fieles amor y corazón.

La escena, que se sitúa en el centro de la techumbre, representa a Dios como un hombre anciano barbado -sabiduría y experiencia- envuelto en una túnica de color púrpura y rodeado de querubines, mientras con el brazo izquierdo rodea a una figura femenina desnuda, identificada como Eva, y que espera en el reino de los cielos el momento de ser creada por el todopoderoso.
Con el brazo derecho Dios se dispone a crear al primer hombre, Adán, que surge de los dedos de la mano del creador. La mínima separación de ambas extremidades es el recurso que utilizó Miguel Ángel para representar esa inmediatez y el hecho de que uno surge de la mano del otro.
Para diferenciar ambos personajes se sirve del contexto en el que los representa: a Dios entre nubes y querubines, simbolizando el cielo, y a Adán recostado en un pedazo de tierra. Las expresiones de ambos personajes representan su posición. Adán con un rostro que expresa asombro y obediencia y el de Dios sereno y autoritario.
La figura de Dios representa un claro movimiento y dinamismo, en un pronunciado escorzo lateral junto a los ángeles que lo soportan y que en un aparente desorden sus rostros, realistas y bastante expresivos, muestran un cierto esfuerzo por sostenerle.
Algunos estudiosos han querido ver en esta escena una representación de distintas partes anatómicas del ser humano, como el corte anatómico del cerebro que se representa en la túnica púrpura que envuelve a Dios y los querubines.
Para otros autores se trataría de una representación relacionada con un alumbramiento humano y el manto rojo representa un útero humano. La bufanda verde que cuelga de él representaría el cordón umbilical.
Más allá de estas teorías y similitudes, lo cierto es que el estudio de la anatomía humana que hizo Miguel Ángel es una demostración de la capacidad del genio Florentino para representar el cuerpo humano de forma y manera que aunque sea visto desde 20 metros más abajo, el resultado sea perfecto.


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